Vida espiritual de un genocida

Bajo su identidad de curandero, Karadzic vendía colgantes mágicos, tenía romances y acudía a un bar.

RADOVAN KARADZIC, ex-presidente de la República Serbia, inspiró la matanza de ocho mil musulmanes en la ciudad bosnia de Srbrenica y era el criminal de guerra más buscado por la justicia internacional. En los últimos doce años, se dedicó con notable éxito a curar el dolor mediante la imposición de manos y a transmitir radiaciones de energía positiva.

El doctor Dragan Dabic, como se lo conocía últimamente, disfrazado de monje, con una barba espesa y el pelo recogido se presentaba como un maestro oriental de la «energía cuántica humana». Mediante la transmisión de chispas invisibles lograba sanar los más diversos males, desde la migraña común a la melancolía.

Autor de los más diabólicos crímenes de guerra en el pasado, prometía rehabilitar su vida ofreciendo un amplísimo catálogo de tratamientos, desde la acupuntura a la homeopatía, de la fisioterapia a la dieta macrobiótica.

Atendía a sus pacientes en el bar “Luda Kuca” (Casa Loca) en Nueva Belgrado, donde una foto suya junto a la del Mariscal Tito presidía el salón principal entre un reloj del conejito de Duracell y un cuadro del Sagrado Corazón de Jesús.

Allí, Dabic prescribía esencia de lavanda contra los hongos, de tomillo para la sarna, e inhalaciones de bergamota para curar la depresión. También, entre otros artefactos curativos, vendía antenas transmisoras de moléculas de bioenergía, diseñadas para exterminar insectos.

Karadzic fue arrestado en un autobús de la línea 73, mientras volvía con las bolsas del mercado. Como paso previo a su extradición a La Haya, recibió la primera condena: afeitarse las barbas y raparse la melena apostólica para parecerse otra vez al carnicero de Sarajevo.

FUENTES:
http://www.larioja.com/20080724/mundo/vida-espiritual-genocida-20080724.html
http://www.diariodecadiz.es/article/opinion/187444/aromaterapia.html