2 opciones:
a) Te quedás mirando la metamorfosis de chicas pragnánimas que aparecen ahí al lado, o
b) Leés el poema que sigue y te emborrachás de pragnanismo:
Brotes de inmadurez
Una mañana levantó una taza
por arriba de la mesada, vio
algo fuera de lo normal
sucedió que no cayó bien:
apareció una sombra verde,
una mancha uniforme
sobre una pared rosa de la casa.
La epidemia se extendió
desde el centro hacia la derecha
y por todo el interior, después
empezó a crecer y a crecer y a crecer.
La estaba maquillando un poco
como siempre, parecía que la arreglaba
cerca de Semana Santa fue
cuando lo vio venir
levantándose de la nada
con fuerza, rico, muy verde:
el brote de ese yuyo maldito
que aparecía por todos los rincones.
No los quería ni ver,
ya era una cuestión de orgullo,
siempre había querido la casa
ordenada y limpia y la cara, pintada.
Creyó que sería fácil de borrar
y volver todo para atrás,
pero aquello se complicó.
Esa masa verde que se rebelaba
y que no quería salir de ahí,
después se dio cuenta,
hacía rato se había arraigado en todos
los costados de lo que conocemos
y estábamos rodeados por ellos,
habían hundido sus raíces profundas
extendido sus ramas y su color
se desparramó por todos nosotros,
por toda la ciudad,
por el campo también.
Y ya fue tarde para cuando
le vinieron a decir que
estaba la casa
rosada
toda verde
en orden
tomada.
H.G.